Los niños suelen tener su propio ritmo y estilo para
aprender. Sin embargo a veces presentan muchas dificultades para hablar o
aprender número y letras lo que claramente debe ser evaluado para descartar un
posible Trastorno de Aprendizaje (TA).
Esto afecta la forma en que el cerebro procesa la información
y por ello el entender algunos conceptos les resulta más difícil.
Los pequeños con Trastorno de Aprendizaje generalmente tienen
una inteligencia normal o por encima de de lo normal, pero les cuesta mucho
expresar lo que saben. La frustración y enojo en ellos es latente pues claramente tienen
dificultades para aprender ciertas materias los que les acarrea una baja
autoestima e incluso podría llegar a una depresión.
Revista Parentalidad Activa entrevistó a Linda Alarcón
Inostroza, Psicopedagoga del Centro de Salud del Niño y Adolescente CESANA para
profundizar un poco más acerca de este trastorno que a tantos niños afecta y
que a su vez, claramente, angustia a los padres en qué hacer, cómo reaccionar,
dónde llevarlos, entre otros.
Como una dificultad específica del lenguaje, ya sea hablado o escrito,
además de afectar en algunos casos al
cálculo matemático y que se presentan en niños con inteligencia promedio es lo que Linda nos
defines como el Trastorno de Aprendizaje.
¿Cuáles son las causas?
Tienen diferentes orígenes, pero las 3 causas más
generales son:
-
Hereditarias: que provienen de sus
padres o familiares cercanos.
-
Psicológicos: ya que niños que han
tenido un desarrollo intelectual normal en su vida pueden llegar a generar un
trastorno de aprendizaje al estar interferidos emocionalmente por hechos de
índole traumático o vivencial.
-
Maduracional: Aquí nos referimos a
interferencias en proceso de maduración del sistema nervioso central, específicamente por problemas de desarrollo o
de abuso de droga de parte de los padres.
¿Esto sucede desde recién nacido o puede aparecer
en niños mayores?
En relación a lo
señalado anteriormente, estos trastornos pueden presentarse durante el
transcurso del desarrollo de los niños, a partir de la primera infancia, y la
más frecuente tiende a iniciarse con los TEL (trastorno expresivo del
lenguaje), problemas fonoaudiológicos, dificultades motoras y conductuales,
entre otros. Esta situación tiende a generar, a medida que el niño crece y se
desarrolla sin recibir el apoyo especializado, trastornos específicos en la
lectura, escritura o cálculo matemático, tales como, disgrafia, discalculia,
disortografía, dislexia, entre otros.
¿Cómo o qué tratamiento se puede utilizar para
mejorarlo?
Lo primero que se
recomienda realizar es consultar a los especialistas, cada uno centrado en
función de la problemática que el niño presente:
-
Psicopedagoga/o: son
las profesionales que se centran en problemas que conlleva el aprendizaje, ya
sea un retraso en la adquisición de los procesos instrumentales (lectura,
escritura y cálculo) o si presenta alguna dificultad de estos mismos procesos.
-
Psicólogos: abocados principalmente
a la evaluación de los aspectos intelectuales, en función de su edad mental y
edad cronológica, además del reconocimiento de sus competencias y habilidades
particulares de cada niño. Asimismo, se abocan a la evaluación e intervención
en casos que se pesquisen alteraciones de tipo emocional que podrían estar
afectando su desarrollo de estos procesos instrumentales.
-
Neurólogo y psiquiatra: al ser
médicos son los únicos con la facultad de recetar medicamentos que apoyen el
proceso terapéutico. Evalúan posibles daños a nivel del sistema nervioso
central o si existiese alguna otra
patología grave del desarrollo.
Una vez que se pesquisa el origen del trastorno se
estipula un plan de trabajo, centrado en estrategias de desarrollo específicos,
en caso de ser solo un trastorno de aprendizaje (por ejemplo, dislexia), o se realiza un plan de apoyo
multidisciplinario para trabajar el trastorno específico (por ejemplo un TEL),
abordando la condición con psicólogo, fonoaudiólogo, educadoras, entre otros.
Cabe mencionar que
mientras antes se consulte, el niño tendrá mejores capacidades de poder
conocer, comprender y controlar su condición.
¿Existe mejora?
Claro que existen
avances y “mejoras”, ya que con el apoyo adecuado y oportuno, estas
deficiencias pueden llegar a equilibrarse. Si bien se requiere un largo
trabajo, en ocasiones se necesitará del apoyo especializado del o los
profesionales durante todo el proceso escolar. Es necesario tener claro el
hecho que al igual que en otros trastornos (como el déficit atencional) no se
cura, ya que esto no es una enfermedad, sino lo que llamamos una “condición”.
Cuando hablamos de “condición” nos referimos a un rasgo que es propio del ser
humano. Si ponemos un ejemplo básico, podríamos decir que un niño raza negra
viviendo en una población de niños de raza blanca, es un rasgo que es inherente
e invariable, siempre lo lleva con él, por eso lo llamamos una “condición”.
Desde este punto, lo importante es que el niño aprenda a vivir con ello y que
desarrolle estrategias que le permitan llevar una vida y un crecimiento igual a
sus pares.
Un niño con trastorno de aprendizaje, ¿puede llevar
una vida normal?
Tal como lo señalamos
en la pregunta anterior, un niño, en la medida que adquiera habilidades de
manejo y estrategias personales que le permitan ir controlando y sobrellevando
esta condición, logrando adaptarse a las necesidades que le impone su entorno,
podrá llevar una vida perfectamente normal e igual a la de sus pares.
¿Cuáles son las herramientas con la que los padres
deben trabajar con un niño con algún trastorno?
Los padres deben estar
muy atentos, ya que una consulta temprana marca la diferencia para un
diagnóstico y un plan de apoyo adecuado para el niño o niña. Para esto es bueno
que si los padres detectan dos o más de las dificultades que señalaremos, en
función de su edad y condición, consulte con el especialista que corresponde:
-
Dificultad en el habla.
-
Dificultad en la organización y/o
orientación (estática y espacial).
-
Dificultad en comprender cuentos.
-
Confundir simbologías (Ej. Números o
signos matemáticos).
-
Alteraciones para recitar algún
hecho cronológicamente.
- Dificultad al leer en
voz alta.
-
Dificultad para asociar sonidos a palabras.
-
Dificultad para identificar o crear
rimas de palabras.
-
Dificultad en aprender el abecedario.
-
Tardía adquisición del lenguaje
(problemas fonológicos).
-
Dificultades motrices (inquietud,
toma de lápiz, torpeza para correr, etc.).
Importante: el síndrome de
déficit atencional no es un trastorno específico del aprendizaje, pero sí puede
estar asociado a alguno de ellos.
Asimismo es importante
que los padres incentiven a los niños a crear hábitos
de estudio para que así facilite el
aprendizaje de nuevas técnicas o estrategias que les servirán para acompañar
dicha condición. Además de esto, es necesario hablar del tema con naturalidad
en la familia y con el niño o niña, para que éste comprenda que esta situación
es parte de él y que no conlleva tener que avergonzarse o esconderse de los
otros por esta situación.
¿Ellos se dan cuenta de su problema?, ¿les puede
causar problemas en la autoestima?
Los niños con TEA son
muy sensibles y logran percibir perfectamente la dificultad que presentan. Por
esto es fundamental que sean apoyados por profesionales de manera que su
proceso de aprendizaje no pase a ser un evento que genere mayores dificultades
en su desarrollo del que ellos puedan soportar y también por sus padres, los
cuales tienen la responsabilidad de educar, a través de un lenguaje
comprensible para el niño, de la condición que presenta, de manera que no sea
percibida como extraña o anómala por él. Es fundamental el desarrollo integral
en los niños, ya que al educarlos estamos haciendo que se enriquezcan todas sus
potencialidades, las cuales van más allá de lo académico. En este punto nos
referimos de los tipos de inteligencias que se ha comprobado existen en las
personas (musical, lógico-matemático, kinestésica, intra e interpersonal,
lingüística y ecológica), pero con mayor predominancia de una o dos, por lo
cual debemos desarrollar y potenciar aquellas que están más disminuidas.
Es labor tanto de los padres como de los educadores poder
detectar este trastorno a tiempo para entregarle al pequeño las herramientas
necesarias para que pueda llevar una vida “normal”. Con el apoyo de ellos y de
un buen tratamiento profesional ellos lograrán enfrentarse de una manera más
positiva a los diversos estímulos que se presenten.