Autoestima es un concepto bastante conocido, y
que a grandes rasgos se relaciona con la valoración que
uno se hace de sí mismo, integrando tanto sus aspectos positivos como los
negativos.
El autoestima se aprende a través del reflejo que nos
transmiten las personas que son importantes a lo largo de nuestras vidas
(padres, familiares, hermanos, amigos, compañeros, profesores, etc.) y la
relevancia que tiene una construcción de un autoestima positiva para la salud mental
y desarrollo personal ya son ampliamente conocidos.
Sin embargo, comenzando el año escolar,
quisimos enfocarnos específicamente en la relevancia que tiene el autoestima en
términos de impacto en el rendimiento académico. Para aquello, vamos a recordar
brevemente la historia del “El águila en el Gallinero”.
Cuenta la historia escrita por Leonardo Boof, que en un gallinero un granjero atrapó un águila y la crió como gallina. El
águila pequeña aprendió a comer, comportarse y cacarear como gallina y así
creció en este gallinero. Dice la historia, que un día llegó un naturalista y a
pesar de explicarle que era un águila, tardó mucho en lograr a aceptarse como
tal y poder volar como un águila.
A través de la reseña de la historia, podríamos comprender que nuestra
identidad y lo que “pensamos que somos” en
ocasiones pesa más que nuestras capacidades o verdadero potencial.
Lo mismo sucede con la
actitud que padres, cuidadores y profesores tienen hacia los niños. Discursos
constantemente enfocados en las falencias y errores podrían reflejar en el niño
o niña una imagen marcada por las deficiencias o un bajo autoestima, lo cual se
podría traducir en una suerte de profecía
autocumplida: “¿para
qué voy a estudiar matemáticas, si dicen que soy tonto?” mejor no estudio y a través de mis notas
compruebo lo que me dicen los demás “soy
tonto”.
En cambio, discursos marcados por la superación de obstáculo y el
crecimiento personal podrían tener un impacto radicalmente distinto en la
actitud que el niño o niña toma hacia un desafío escolar y por lo tanto
escribiendo una historia distinta: “Me fue mal solamente porque no
estudié esta vez, pero a la próxima si me pongo las pilas” ergo estudio para la próxima prueba y
compruebo a través de mis notas que tengo las capacidades para obtener un buen
rendimiento cuando me lo propongo.
Claramente nada resulta tan lineal cuando se trata del desarrollo de niños
y niñas. Sin embargo, comenzando el año
escolar es buen momento para auto-observarse y reflexionar acerca del mensaje
que entregamos hacia nuestros hijos relacionados con su desarrollo y su
rendimiento escolar.
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