Cómo enfrentar el Cáncer incluyendo a los hijos
¿Cómo debe
enfrentar el Papá/Mamá- paciente la manera de explicarle a su hijo que está
padeciendo de Cáncer?
Nunca
es fácil aceptar la enfermedad, sobretodo cuando uno la padece o cuando es la
pareja quien se enfrenta al diagnóstico. Es decir, ya el momento del
diagnóstico puede producir bastante ansiedad a los adultos, por lo que en
ocasiones los padres prefieren no comunicarle la enfermedad a los hijos, como
mecanismo de protección hacia sus niños –en la medida que la función es
protegerlos del dolor- y de sí mismos, puesto que podría ser complicado
enfrentar el dolor en los pequeños.
Sin
embargo, los niños –y sobretodo hoy en día- son muy perceptivos y sensibles al
ambiente. Es por esto que a menudo los niños comienzan a percibir cambios en el
ambiente, en la relación con sus padres y entre los padres. Del mismo modo,
comienzan a percibir que el papá o la mamá abandona actividades y que de a poco
comienza a sentir síntomas propios del tratamiento.
Es
por eso que comunicar a tiempo el diagnóstico, es fundamental para los niños.
La forma en que se debe comunicar depende de la edad de cada niño. Sin embargo,
lo importante es hacer partícipe a los niños del proceso.
Con
niños más pequeños debemos enfrentar las preocupaciones más concretas que
podrían presentar. Por ejemplo ¿Quién se va a encargar de darle la comida y
acostarlo? y necesidades afectivas ¿A quién recurrir cuando tenga susto?, entre
otras.
Es por esto, que las explicaciones que se le
entreguen acerca de la enfermedad del papá o la mamá deben implicar soluciones
concretas. Del mismo modo, con niños pequeños podemos utilizar el recurso de la
fantasía a su favor para explicar de qué se trata el tratamiento. Por ejemplo:
“La mamá v a a recibir una
inyección que tiene muchos soldaditos buenos que van a atacar a ese tumor”.
No así con niños más grandes,
quienes también necesitan soluciones a sus necesidades inmediatas (quién se
hará cargo de ellos) pero las explicaciones acerca de la enfermedad y el tratamiento
deben incluir aspectos más concretos de la enfermedad (por ejemplo: qué es un
tumor, qué es el cáncer).
Además
aparecen las dudas respecto del pronóstico, puesto que seguramente han
escuchado acerca de otros adultos que han padecido de la enfermedad. En este
sentido, frente a la pregunta de la posibilidad de morir en el tratamiento, una
respuesta posible es la de dar al niño la tranquilidad de que el papá o mamá “se encuentra apoyado por doctores que han estudiado mucho
acerca del tema y que están haciendo lo mejor posible” o “eso nadie lo puede
saber, pero yo me estoy cuidado mucho y sé que los doctores están haciendo todo
lo que pueden hacer”.
Además, siempre es positivo el respaldo de la espiritualidad y creencias
religiosas. Da lo mismo si la familia es católica, cristiana, evangélica, lo
importante es el sentido que la familia le da a la enfermedad y la sensación de
apoyo de la comunidad.
Respecto
de los adolescentes, es casi imposible esconderles cualquier información, y
muchas veces ellos mismos solicitan ocupar algún rol para apoyar a los padres
(por ejemplo, cumplir algunos de los roles que el padre o madre enfermos ya no
puede cumplir). Es por eso que habitualmente agradecen tener el espacio para
plantear sus dudas, inquietudes y expresar sus sentimientos.
Finalmente,
si bien las formas en que cada niño enfrenta la enfermedad puede ser muy
distinta uno del otro, algunos aspectos a rescatar es que es importante
mantenerlos informados y saber que todas las emociones que niños y adolescentes
expresen son correctas: miedo, preocupación, alegría e incluso indiferencia
inicial. Es importante estar disponible para contestar dudas e incluso buscar a
otros como tíos, abuelos, padrinos que nos puedan ayudar en esta función cuando
no nos sintamos capaces. También es legítimo que en ocasiones nos vean llorar,
puesto que la pena también es una emoción válida.
¿Es recomendable
que exista en paralelo una terapia psicológica familiar para poder enfrentar la
nueva condición?
El tratamiento siempre debiese ser
integral. A menudo está el oncólogo de cabecera, enfermeras de confianza,
químicos farmacéuticos y la atención psicológica también debiese ser parte del
equipo. Tal vez no sea necesaria o factible una terapia psicológica familiar,
pero si apoyo para resolver ciertas inquietudes o guiar a los padres para
enfrentar algunos momentos más críticos.
Los hijos por lo general sufren con la sola
idea de pensar en perder a uno de sus padres. Más allá de una actitud positiva
por parte del enfermo, ¿existe alguna herramienta con la cuál se pueda dar a
conocer sin provocar ese temor dado que hoy en día existen tratamientos
efectivos tanto de mantención como de cura?
El temor es inevitable, puesto que
ciertamente los niños tienen acceso a información y a experiencias positivas o
negativas y observan cambios que no esperaban o no deseaban para sus seres
queridos. Sin embargo, el cómo uno enfrenta el temor de los niños es lo
importante: ¿lo invisibilizó no hablando acerca del tema?, ¿lo niego mediante
mentiras?, ¿le doy cabida para que conversemos acerca de ello y calmarlo con
las herramientas que tengo a mano?
Lo importante es ir entregando
información que los niños puedan recepcionar e ir resolviendo dudas en
conjunto. Del mismo modo, comunicar todas las acciones que se estén generando
para enfrentar la enfermedad y transmitir la tranquilidad de contar con un
equipo de profesionales que respalda el tratamiento.
¿Es la actitud
positiva del enfermo (padre/madre) quién apoyará en gran medida el que el hijo
no sufra a niveles que lo desestabilicen emocionalmente en sus quehaceres
cotidianos?
Claro
que sí. Todos los momentos de la familia son un aprendizaje para los niños y
sobre todo cuando hay una crisis. Sin embargo cuando los padres expresan mayor
optimismo, una actitud positiva o formas de afrontamiento más sanas,
independiente cuál sea el resultado de la enfermedad, niños y niñas podrán
afrontar de mejor forma la enfermedad del padre o madre.
Para esto, la pareja parental
también debe contar con las redes necesarias para nutrirse de apoyo cuando sea
necesario en momentos difíciles. Del mismo modo, la confianza que la familia
muestra al tratamiento y el equipo médico, será más aliviador para los niños
desde el punto de vista de saber que se está haciendo todo lo que se puede
hacer.
Por
último, el factor de resiliencia es algo que se puede cultivar en la familia.
Es decir, saber que uno tiene las herramientas necesarias y el apoyo para
enfrentar situaciones complejas, es un factor protector que no solo acompañará
al niño, niño o adolescente durante la enfermedad, sino que será un aprendizaje
de vida.
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