miércoles, 23 de octubre de 2013


 
Cómo enfrentar el Cáncer incluyendo a los hijos
 
 
 
 
 
 
¿Cómo debe enfrentar el Papá/Mamá- paciente la manera de explicarle a su hijo que está padeciendo de Cáncer?
Nunca es fácil aceptar la enfermedad, sobretodo cuando uno la padece o cuando es la pareja quien se enfrenta al diagnóstico. Es decir, ya el momento del diagnóstico puede producir bastante ansiedad a los adultos, por lo que en ocasiones los padres prefieren no comunicarle la enfermedad a los hijos, como mecanismo de protección hacia sus niños –en la medida que la función es protegerlos del dolor- y de sí mismos, puesto que podría ser complicado enfrentar el dolor en los pequeños.
Sin embargo, los niños –y sobretodo hoy en día- son muy perceptivos y sensibles al ambiente. Es por esto que a menudo los niños comienzan a percibir cambios en el ambiente, en la relación con sus padres y entre los padres. Del mismo modo, comienzan a percibir que el papá o la mamá abandona actividades y que de a poco comienza a sentir síntomas propios del tratamiento.
Es por eso que comunicar a tiempo el diagnóstico, es fundamental para los niños. La forma en que se debe comunicar depende de la edad de cada niño. Sin embargo, lo importante es hacer partícipe a los niños del proceso.
Con niños más pequeños debemos enfrentar las preocupaciones más concretas que podrían presentar. Por ejemplo ¿Quién se va a encargar de darle la comida y acostarlo? y necesidades afectivas ¿A quién recurrir cuando tenga susto?, entre otras.
 Es por esto, que las explicaciones que se le entreguen acerca de la enfermedad del papá o la mamá deben implicar soluciones concretas. Del mismo modo, con niños pequeños podemos utilizar el recurso de la fantasía a su favor para explicar de qué se trata el tratamiento. Por ejemplo: “La mamá v        a a recibir una inyección que tiene muchos soldaditos buenos que van a atacar a ese tumor”.
            No así con niños más grandes, quienes también necesitan soluciones a sus necesidades inmediatas (quién se hará cargo de ellos) pero las explicaciones acerca de la enfermedad y el tratamiento deben incluir aspectos más concretos de la enfermedad (por ejemplo: qué es un tumor, qué es el cáncer).
Además aparecen las dudas respecto del pronóstico, puesto que seguramente han escuchado acerca de otros adultos que han padecido de la enfermedad. En este sentido, frente a la pregunta de la posibilidad de morir en el tratamiento, una respuesta posible es la de dar al niño la tranquilidad de que el papá o mamá “se encuentra apoyado por doctores que han estudiado mucho acerca del tema y que están haciendo lo mejor posible” o “eso nadie lo puede saber, pero yo me estoy cuidado mucho y sé que los doctores están haciendo todo lo que pueden hacer”. Además, siempre es positivo el respaldo de la espiritualidad y creencias religiosas. Da lo mismo si la familia es católica, cristiana, evangélica, lo importante es el sentido que la familia le da a la enfermedad y la sensación de apoyo de la comunidad.
Respecto de los adolescentes, es casi imposible esconderles cualquier información, y muchas veces ellos mismos solicitan ocupar algún rol para apoyar a los padres (por ejemplo, cumplir algunos de los roles que el padre o madre enfermos ya no puede cumplir). Es por eso que habitualmente agradecen tener el espacio para plantear sus dudas, inquietudes y expresar sus sentimientos.
Finalmente, si bien las formas en que cada niño enfrenta la enfermedad puede ser muy distinta uno del otro, algunos aspectos a rescatar es que es importante mantenerlos informados y saber que todas las emociones que niños y adolescentes expresen son correctas: miedo, preocupación, alegría e incluso indiferencia inicial. Es importante estar disponible para contestar dudas e incluso buscar a otros como tíos, abuelos, padrinos que nos puedan ayudar en esta función cuando no nos sintamos capaces. También es legítimo que en ocasiones nos vean llorar, puesto que la pena también es una emoción válida.
¿Es recomendable que exista en paralelo una terapia psicológica familiar para poder enfrentar la nueva condición?
            El tratamiento siempre debiese ser integral. A menudo está el oncólogo de cabecera, enfermeras de confianza, químicos farmacéuticos y la atención psicológica también debiese ser parte del equipo. Tal vez no sea necesaria o factible una terapia psicológica familiar, pero si apoyo para resolver ciertas inquietudes o guiar a los padres para enfrentar algunos momentos más críticos.
 Los hijos por lo general sufren con la sola idea de pensar en perder a uno de sus padres. Más allá de una actitud positiva por parte del enfermo, ¿existe alguna herramienta con la cuál se pueda dar a conocer sin provocar ese temor dado que hoy en día existen tratamientos efectivos tanto de mantención como de cura?
            El temor es inevitable, puesto que ciertamente los niños tienen acceso a información y a experiencias positivas o negativas y observan cambios que no esperaban o no deseaban para sus seres queridos. Sin embargo, el cómo uno enfrenta el temor de los niños es lo importante: ¿lo invisibilizó no hablando acerca del tema?, ¿lo niego mediante mentiras?, ¿le doy cabida para que conversemos acerca de ello y calmarlo con las herramientas que tengo a mano?
            Lo importante es ir entregando información que los niños puedan recepcionar e ir resolviendo dudas en conjunto. Del mismo modo, comunicar todas las acciones que se estén generando para enfrentar la enfermedad y transmitir la tranquilidad de contar con un equipo de profesionales que respalda el tratamiento.
¿Es la actitud positiva del enfermo (padre/madre) quién apoyará en gran medida el que el hijo no sufra a niveles que lo desestabilicen emocionalmente en sus quehaceres cotidianos? 
Claro que sí. Todos los momentos de la familia son un aprendizaje para los niños y sobre todo cuando hay una crisis. Sin embargo cuando los padres expresan mayor optimismo, una actitud positiva o formas de afrontamiento más sanas, independiente cuál sea el resultado de la enfermedad, niños y niñas podrán afrontar de mejor forma la enfermedad del padre o madre.
            Para esto, la pareja parental también debe contar con las redes necesarias para nutrirse de apoyo cuando sea necesario en momentos difíciles. Del mismo modo, la confianza que la familia muestra al tratamiento y el equipo médico, será más aliviador para los niños desde el punto de vista de saber que se está haciendo todo lo que se puede hacer.
Por último, el factor de resiliencia es algo que se puede cultivar en la familia. Es decir, saber que uno tiene las herramientas necesarias y el apoyo para enfrentar situaciones complejas, es un factor protector que no solo acompañará al niño, niño o adolescente durante la enfermedad, sino que será un aprendizaje de vida.
 

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