lunes, 6 de mayo de 2013


 
Hoy abordaremos uno de los principios más importantes para lograr ejercer una parentalidad positiva con nuestros hijos, y que a menudo es delegado por las madres: El auto-cuidado.
Cada uno podría recordar múltiples historias de días en que dispuestos a iniciar un nuevo día como madre o padre, nos enfrentábamos a los problemas del trabajo, el estrés al interior de una micro o un auto que no avanza, las colas del supermercado, las tareas de cada uno de los niños, etc…etc… y de pronto cuando todo lo anterior se convertía en un hábito manejable dentro del día a día, un hijo se enferma y nuevamente debemos adaptarnos a las circunstancias.
Es así como las ganas de ser más amorosos con nuestras familias, se convierten en intenciones bondadosas de día domingo por la noche, que prontamente se esfuman al enfrentarnos con el primer taco del lunes por la mañana. En este contexto, es natural sentirse triste, enojados e incluso frustrados al ver que los pocos momentos con nuestros hijos se ven teñidos por gritos, malos gestos, malas palabras, descalificaciones e incluso golpes que derivan del desborde de padres y madres.
Si bien se hace necesario generar una serie de cambios para no llegar a un límite que dañe el vínculo con nuestros hijos, por mientras abordaremos algo tan básico Y TAN NECESARIO como es el autocuidado de los padres, puesto que la regla básica es que para cuidar a otros, primero tenemos que aprender a cuidarnos a nosotros mismos.
En este contexto, autocuidado significa:
Ø  Descansar: Algo tan necesario y básico como respetar las rutinas de sueño se ve interferido por levantarse dar pecho, para llevar a los niños al baño, para dar el jarabe para la toz, turnos laborales o compromisos sociales. En este sentido, se hace necesario programar momentos para recuperar horas de sueño y cumplir el mínimo de tareas posible.
Ø  Delegar: No existe la “súper mamá”, ni tampoco es positivo jugar a serlo. A menudo esto genera sobre carga en las madres y los niños no necesariamente aprenden a resolver conflictos. Delegar tareas o funciones dentro del hogar, apoyarse en la familias y amigos a veces resulta más difícil de lo que suena, puesto que estamos insertos en una sociedad donde se valoran los logros personales por sobre los grupales. En este sentido, “la crianza” de los niños a menudo se visualiza como “un logro” o “un fracaso” de los padres, sin evaluar que la comunidad/ familia cumple un rol muy importante en esto.
Ø  Disfrutar: Aprender a disfrutar los momentos más cotidianos y cosas simples… Con los niños cada momento es único e irrepetible. Un día necesitas que los lleves a la puerta de la sala de clases aferrándose a tu pierna, y al mes siguiente piden que los dejes en la reja de afuera sin despedirse. Pero además momentos para mantener las viejas amistades, momentos para relajarse estando solos, y por sobretodo… “aprender a tratarse bien”.
Ø  Reconocimiento: Reconocer los aspectos positivos de cada uno, “quererse”, identificar cuáles son las fortalezas de cada uno como madre o padre y persona nos ayuda a sentirnos más competentes frente a nuestras propias vidas.
Habitualmente padres que se sienten mejor consigo mismos, con mayor optimismo frente a la vida, que se enfrentan a las tareas de ser madre/padre con mayor vitalidad están más predispuestos a ejercer una parentalidad más positiva y plena de buenos tratos hacia sus hijos.

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