lunes, 16 de septiembre de 2013

Los Distintos Meses de la Patria

COLUMNA DE OPINION

“Los distintos meses de la patria”

Cristian Yañez. Ps. Infanto-Juvenil-Aymara.


“Con el inicio del “mes de la patria” llega el tiempo de celebrar y conmemorar que Chile se independiza e inicia su vida autónoma como república. Este evento marca un espíritu de nacionalismo que se propaga año a año y que desde el mundo escolar se fomenta, a través del aprendizaje de muchos símbolos patrios, como lo es el baile de la cueca, las comidas típicas de la fecha, juegos costumbristas y otros. Con ello, se busca apelar a todos los niños y niñas, jóvenes y adultos como miembros de un solo país, sin embargo, es importante detenerse a observar la realidad del Chile que hoy tenemos ante nosotros. Resumiéndolo en una palabra, un Chile marcado por la diversidad. De climas, de ciudades y sus propios estilos de vida, de realidades socio-culturales, de cosmovisiones. Hoy en día, también se hacen más visibles esos contrastes. Dentro de ello, y a propósito de qué celebrar y quiénes celebran, la calidad de república independiente del país fue producto de muchos sacrificios y también de dramas que hasta el día de hoy tienen eco, con distinta forma, pero con el mismo fondo. Y aquel fue el de los pueblos originarios. Si bien no fue estrictamente de parte de chilenos, nuestros ancestros españoles tuvieron un rol en “incorporarlos” a la vida republicana y occidental. ¿Qué sucede con pueblos originarios y con sus descendientes en el “mes de la patria”? Desde las alturas del pueblo de Putre, en la zona andina y pre-cordillerana del extremo norte de Chile, a los niños que asisten a sus escuelas se les enseña la cueca nortina y la cueca central. Pero también se les enseña el idioma Aymara, a bailar tinkus, tobas y morenada, las costumbres como hacer la pahua, la wilancha, y disfrutar de una guatia (el simil “nortino” del curanto).  ¿Conocía usted de estas expresiones? ¿O sólo conceptos como “machi”, “lonko”, “machitún”, “merken” y “curanto”? Si la respuesta es negativa a la primera interrogante y afirmativa a la segunda, es momento de prestar atención y 
reflexión a que el mestizaje que caracteriza a todos los chilenos no es sólo por la influencia mapuche. Que mientras bailar pascuense se considera también un símbolo patrio, el pueblo Rapa Nui considera tradiciones de su propia nación independiente, sin tener mucho que celebrar en una fecha como hoy. La zona andina, donde el pueblo Aymara actualmente se congrega mayoritariamente, no corresponde a una zona propia de Chile. Abarca otros países como Perú y Bolivia. Muchas de las expresiones Aymaras son más “típicas” o “costumbristas” en dichos países, así como el mate lo es en Argentina. Ante este panorama de diversidad ¿qué es lo que ocurre con nuestros niños en torno a la historia, las costumbres y el mes de septiembre? La sabiduría paterna y materna es aquella que debe de orientar e invitar a construir un relato en el niño o niña sobre lo que se celebra, por qué se celebra y si es importante celebrarlo. Este relato se inicia tan sólo haciendo partícipe del niño de las costumbres de las cuales cada familia se siente perteneciente. 

 Los niños Aymara no es sino hasta más grandes que tienen la consciencia de lo que es y significa ser Aymara, pero sí relatan sobre la plaza del pueblo, la guatia, la pahua, las llamas, alpacas y de los campos lejanos, donde nieva y la montaña está a sus pies, donde su familia tienen los animales, acompañándolos después de la escuela a pastear. Recuerdan cuando de bebés eran cargados en los aguayos de sus madres. Y hoy en día, la escuela hace el labor de integrar la cultura chileno-occidental y rescatar lo más arcaico y propio de sus costumbres. De manera más amplia, cada familia tiene una cultura, símbolos y folclor propio, que puede o no vincularse a un pueblo originario. Aquello es lo que debe rescatarse y pensarse en términos de lo que se transmite a través de las generaciones. Los niños y niñas que viven en la montaña de la zona andina Aymara acompañan a sus padres a su trabajo, que es pastorear el ganado, a pesar de que eso implique caminar mucho tiempo lejos de su pueblo, la escuela y su casa. En actividades propias de la familia, que sean un símbolo de su propia cultura y tradición familiar comienza el relato del niño sobre sí mismo, su mundo y lo que le pertenece.
 La valoración del saber y de la figura paterna, materna y de los abuelos se hace visible en los niños provenientes de los pueblos originarios, ya que ahí está la tradición y la historia presente. A los padres de los niños del Chile-Santiago-Occidental actual, tal vez en el mes de la patria sea favorable echar mano a los símbolos, rituales y tradiciones significativas para cada familia, cuando ellos eran niños, para que cada familia construya su propio mes de la patria”. 

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