No
quiero seguir aquí
Más
allá de estar viviendo una de las épocas del año más familiares,
acogedoras y alegres, Revista
Parentalidad Activa no puede dejar de comunicar el último informe que dio a
conocer el Ministerio de Salud (MINSAL) sobre la situación que viven
actualmente los jóvenes de nuestro país. El estudio “Epidemiología del Suicidio
en la Adolescencia y Juventud” del Departamento de Salud Pública de la Universidad
Católica, señala que Chile posee un record que no nos enorgullece, relacionado
al aumento presentado en la tasa de suicidio en particular en los rangos de
edad que van de los 20 a 24 años.
Ante
esta situación conversamos con el Dr. Jorge Barros, Médico Psiquiatra del Hospital Clínico UC San
Carlos de Apoquindo, para que nos aclarara algunos aspectos de modo de orientar
a padres/madres u familiares que deban enfrentar este tipo de problemáticas.
En
primer lugar, respecto a la frecuencia de los suicidios en Chile, el
especialista señala que si bien las cifras han aumentado en nuestro país y
sobretodo en la adolescencia, nos aclara que la depresión y el suicidio son
cosas excepcionales en la adolescencia y es que no son algo que debiese ser una
preocupación en el día a día de los padres. En este sentido, nos menciona “(…) 1600 personas se suicidan al año, lo que es harto sin duda, son más
personas que las que mueren por
accidente de auto, pero no digamos que
son 1.600 adolescentes” refiriéndose a que esta cifra
incluye adultos y personas mayores. Agrega “entonces
no digamos que la adolescencia es
suicida la que tenemos en Chile; tampoco
hay que pensar que toda actitud
necesariamente de un adolescente es sinónimo de suicidio.”
Respecto
a los signos de alerta que debiesen tener en cuenta los padres, el especialista
menciona que “la ideación suicida puede no advertirse, pero hay lo que se llaman
criterios de riesgo de suicidio, como haber tenido un intento suicido, estar
con un cuadro depresivo, conductas de impulsividad, las conductas
autodestructivas, el abuso de drogas y alcohol”. Así mismo, añade que no necesariamente estos
aspectos nos deben hacer pensar inmediatamente en que la persona cometerá un
suicidio, pero que esta es una conducta probable. Agregamos la importancia de
conocer las particularidades de cada adolescente.
Respecto de la pregunta de cómo diferenciar las características
propias del adolescente con algún indicador de riesgo, el Dr. Barros señala que
“el retraimiento, la tristeza, la rabia, la hostilidad forman parte de la
vida cotidiana de los adolescentes y los no adolescentes. Lo que pasa es que el
retraimiento es un rasgo que se hace manifiesto en un ámbito, por
ejemplo un chiquillo que terminó con su polola está retraído en la mesa con sus
papás porque terminó con la polola , pero cuando está con los amigos está
muerto de la risa (…)es un retraimiento que tiene cierta proporcionalidad con
el evento que lo determinó, pero cuando el retraimiento es una especie de
actitud o sentimiento que acompaña al sujeto a todas partes donde va, que va
increscendo y no hay manera de movilizar
ese estado emocional a otro, entonces falta flexibilidad. No es que haya que
pensar necesariamente que estamos ante un riesgo suicida, sino que está
sufriendo de una manera que no se comprende bien y sería bueno que alguien que
se dedica estas cuestiones le eche una mirada y converse con él”.
Por
otra parte, indagamos acerca del mito en
nuestra sociedad que alude a que las personas que avisan, eventualmente no lo
harían. Ante la pregunta, el especialista señala que no existe un patrón
específico, pero es enfático en mencionar
“esas cosas hay que tomárselas en
serio, de ninguna manera desestimar esas cosas como se suele hacer, como una
actitud de histeria, porque puede que eventualmente lo sea, pero hay que
tomarlas con la seriedad que están siendo manifiestas (…)”. En este sentido, el especialista enfatiza que nunca una ideación, algún aviso
o autoagresión debe ser pasado por alto.
Por
último, respecto de a quienes recurren habitualmente los adolescentes y qué
deben hacer los padres, el Dr. Barros señala que los adolescentes “recurren a la persona más cercana, puede ser
abuelo, tío, el papá o la mamá, un amigo, par o un profesor, raramente al
doctor”, siendo enfático que cuando esto sucede, se debe consultar
inmediatamente a un psiquiatra o un psicólogo como primera medida.
Factores Protectores:
Por
último, no quisimos terminar el año 2012 sin entregar algunos factores
protectores que previenen el suicidio en adolescentes. Si bien estos fueron
planteados de modos de prevención en estas temáticas, también deben
considerarse para el desarrollo integral de niños y adolescentes. De este modo,
planteamos como tarea para el año venidero, identificar fortaleces y desarrollar los aspectos más débiles dentro
de cada integrante del sistema familiar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario